Mentes Pintadas

«Mi consultorio, lleno de reproducciones de Dalí, me plantea lo mismo: los límites máximos a los que el artista se sometió y nos deja sometidos tras la contemplación de su obra». Que Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, marqués de Dalí de Púbol (Figueras, 11 de mayo de 1904-Figueras, 23 de enero de 1989) fue un absoluto genio, un alma libre y rupturista, es algo en lo que la gran mayoría del común de los mortales podremos coincidir. Sin embargo, solo los apasionados por su vida interior se atreven a dar el paso para conocer la tramoya que se esconde detrás de un artista excepcional, que fue capaz de reírse de todo el siglo XX.

Mentes pintadas no es no un título lanzado al azar porque resulte biensonante. Se trata de una hornacina perfecta para enmarcar una obra que nos habla (mejor dicho, nos dibuja) con finura, conocimiento y una mirada larga a la amante desconocida del genio catalán, esa que quedó enmarcada en el laberinto de sus obsesiones. Editorial Caligrama lanza al mercado editorial una novela que en sí misma funciona como un hábil salón de espejos, algunos cóncavos y otros convexos, de dalinianas maneras, para adentrarnos en las manías e ideas sobre el enamoramiento que sobrevolaban el alma de don Salvador. Por mucho motivos, nos encontramos ante todo un festín literario.

¿La antagonista de Gala? Pues podríamos denominarla de esa manera: «Dalí, mi ilusión secreta era posar desnuda para ti, escondida entre las arenas y rocas enajenadas de Cadaqués. Debías ser el primer hombre que descubriese mi cuerpo, el primero que me recorriese y pintase con tus ojos tridimensionales. No existiría un primer hombre antes que tú. Había una relación de intimidad asociada a mi desnudez que se rompería solo ante tu presencia. Por eso llegué a odiar a tu Gala…».

El surrealismo, la capacidad para recrear pasajes oníricos, de plasmar como real lo que no somos capaces de experimentar de manera científica, es el regalo que don Salvador nos dejó. Ahora le toca el turno de agarrar ese testigo a una obra potencialmente memorable. Echemos las cortinas a un lado para una última degustación que no destripe lo que encierran las páginas: «Me habría gustado ser tu pareja, tu diosa, tu Gala. Te habría arrastrado a situaciones más extremas aún; por ejemplo, tus bigotes, ¡cuán desaprovechados! No los pintaste nunca, no los decoraste con flores diminutas ni cambiaste su flacidez enfermiza por una armoniosa textura de rizos africanos ni los dejaste crecer hasta que perdieras su control tanto hacia arriba como hacia abajo y pasearas atados a ellos un ridículo perro». Prometedor, muy prometedor.

Konrad Ziller Bustamante estudió en los Padres Franceses de Viña del Mar. Obtuvo el título de ingeniero comercial en la Universidad Católica de Valparaíso. Emigró a Barcelona para realizar estudios de posgrado en la Escuela Superior de Administración de Empresas (ESADE) en la que alcanzó el grado de Máster en Dirección y Administración de Empresas (MBA). Después de vivir toda una década en España, regresó a Santiago de Chile y se desempeñó durante otros diez años en el grupo de empresas Cochrane S. A., donde alcanzó la vicepresidencia de la compañía. Ha sido director de empresas en España, Brasil y Argentina. Es consultor internacional de empresas y ejerce como profesor en distintas universidades del país. Ha sido ganador y finalista en diversos concursos literarios nacionales e internacionales. En definitiva, es una persona viajada y con una mirada siempre atenta y curiosa.